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miércoles, 24 de junio de 2020

Jigten Sumgön: Glorioso Drikungpa (3)

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En ese tiempo, el Señor Jigten Sumgön tenía veinte y cinco años de edad. En el camino viajó como el bodhisattva Sadaprarudita, meditando constantemente en el Lama. Pensaba: “Aun si el Lama tiene quinientos discípulos que han merecido conseguir la sombrilla blanca[1], seré el principal entre ellos.» Por la noche cuando miraba la luna, sentía gran devoción y cuando las lágrimas resbalaron sobre su rostro, dijo: «Hasta la luna puede ver al Lama, pero yo no.» Así, él procedía como el bodhisattva Norsang.

Una noche después de llegar a Phenyul, soñó con Phagmodrupa, de tez blanca, vistiendo ropa blanca, y sentado en una pequeña choza. Al día siguiente, despertó y encontró que las paredes blancas de la casa donde se quedaba habían sido cubiertas con las seis sílabas.

Después fue a un monasterio en Kyishö en donde los monjes de Lhötopa y Demawa tenían una disputa. El espectáculo lo decepcionó y sintió fuertemente que no debía involucrarse en tales asuntos en la búsqueda de su meta. No obstante, actuó respetuosamente ante los maestros de ese lugar.

Luego fue a Nepo Dowa. En el camino encontró a un hombre que dijo que estaba viniendo desde la dirección del monasterio Phagmodrupa. Por eso fue tan grande la devoción de Jigten Sumgön que procedió a postrarse delante de él, y viajando toda la noche arribó a Phagdru antes del amanecer.

Tan pronto llego, Jigten Sumgön llamó para ser recibido. Un meditador de Kyishö lo encontró y lo llevó a una casa donde él descansaba, a la mañana siguiente, al ver un gran murciélago, pensó: “Esto es una emanación de Phagmodrupa.” Tres días tuvo que esperar después para ver al Lama, aunque Phagmodrupa envió a sus asistentes para darle la bienvenida y generar una buena conexión. En el decimotercer día del mes, fue al fin permitido reunirse con el Lama, así que fue, ofrendándole rollos de brocado y seda, junto con un caballo. Phagmodrupa lo regaño, diciéndole: «Si acepto el caballo, significa que debo o bien morir o bien dejar este lugar, por eso no puedo tomarlo.» Jigten Sumgön manifestó: «Entonces, ¡debo liberarlo en las montañas!» Cuando Phagmodrupa lo riñó más, Jigten Sumgön lloró con devoción y fervor hasta que Phagmodrupa lo aceptó como un discípulo. «Te daré un cuidado especial, le dijo, y te concederé lo que tú desees. Así que no hay razón para la infelicidad, ¿está allí?» Entonces Jigten Sumgön le ofrendó té al maestro, pero antes le circunvaló ochenta veces. El Señor Phagmodrupa aceptó la ofrenda con alegría y después dio a su discípulo la bodhicitta de aspiración y enseñanzas. Solo con esto, el Señor Jigten Sumgön se sintió tan satisfecho que le pareció que no necesitaba nada más. Pero al día siguiente, él recibió el voto del bodhisattva, la instrucción del Mahamudra y las enseñanzas de meditación y dedicación. De nuevo, sintió que no tenía necesidad de otra cosa.  En un momento dado, el Señor Phagmodrupa apuntó un dedo en el centro del corazón de Jigten Sumgön, y el mandala de su cuerpo se transformó en Heruka. Esa noche en un sueño se encontró un Vairocana dorado con una cara, después de lo que se sintió perfectamente contento. Phagmodrupa entonces le dijo: «Tengo grandes esperanzas por ti. Todos estos signos son debido al poder de mis magníficas bendiciones.  Por tu beneficio me someteré a grandes dificultades.» Luego le dio la práctica de meditación del mantra de las cien sílabas, así como la instrucción del Mahamudra.  El Señor Jigten Sumgön pensó: “Ahora, no necesito recibir más enseñanzas. Debo sencillamente practicar.” Tres discípulos de Lhoto, comentaron: «¿Qué clase de ser eres?  Al principio estabas tan ansioso que corriste hacia aquí en medio de la noche y ahora, después de haber visto realmente al Lama, te sientas en un rincón y no asistes a las enseñanzas.» El Señor Jigten Sumgön reflexionó: “Lo que ellos dicen es verdad.” Así que fue a la sala de reunión para recibir las enseñanzas. Allí, hizo la práctica de recitar la plegaria de las Siete Ramas como unas diez veces ante el Señor Phagmo-drupa aun sentado en el trono. De modo que cuando recibió las enseñanzas, fue capaz de absorberlas sin perder una sola palabra. Las noticias, por lo tanto, se difundieron de que un upasaka de Lhoto había recibido completa-mente las enseñanzas, sin perder ni una palabra.

El Señor Jigten Sumgon tenía gran devoción por toda la sangha, pero una vez, debido a un error cometido por Geshe Samyepa, su confianza fue perturbada.  Sin embargo, al meditar sobre todos los monjes como su Gurú redescubrió su sentido de devoción.


[1] Se refiere a la costumbre según la cual los discípulos superiores tiene una sombrilla sobre sus cabezas.

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